hijos separados por divorcio

Hijos separados crecimiento con madre o padre

En la actualidad, son múltiples las relaciones que se encuentran en procesos de separación, la cuestión es ¿con quién es mejor que vivan? Son diversos los factores que se han de tener en cuenta para justificar y argumentar esta decisión tan delicada, difusa y muy influyente en el desarrollo de nuestros hijos/as

¿Qué es mejor vivir con la madre? Ó ¿es crecer con el padre?

A continuación, se exponen 6 factores claves a tener en cuenta, especialmente cuando hablamos de bebés, primera infancia, niños y niñas y adolescentes:

  1. Salud mental de cada uno de los progenitores
  2. La vinculación del apego
  3. Patrones biológicos innatos
  4. Predisposición psicológica
  5. Factores de género
  6. El rol de género
  7. Observar y escuchar al menor mediante su lenguaje verbal y no verbal.

La Convención de los Derechos del Niño, sostiene que niños y niñas tienen derecho al mayor grado de salud posible, por lo que se asume que “todos los niños y niñas tengan derecho a ser cuidados, educados y estimulados para alcanzar el máximo de sus posibilidades de desarrollo y así acceder a una vida plena, no importando su género, raza o condición social”.

Separacion-Divorcio

No puede decirse categóricamente que tras un divorcio la custodia materna o paterna sea mejor, ni siquiera que la custodia compartida sea lo ideal. Depende de muchas variables, entre ellas:

Salud mental de cada uno de los progenitores. 


Este aspecto es el más importante a la hora de decidir y no necesita más argumentación

Las habilidades de cuidado de un niño, especialmente si es pequeño. A menor edad, la custodia materna provee de un vínculo de apego más seguro y estabilizante. El vínculo de apego se refiere al lazo afectivo formado entre dos personas en el que la persona vinculada percibe al otro como base de seguridad y puerto de refugio.

La vinculación del apego. 


La teoría del apego es utilizada en muchos y diferentes contextos, incluidos los juzgados de familia, pero a veces hay algunos malentendidos que pueden dar lugar a aplicaciones erróneas.

Entonces, este documento tiene como objetivo mejorar la comprensión, contrarrestar la desinformación y dirigir el uso de la teoría del apego en la dirección de un apoyo basado en la evidencia, especialmente en lo que respecta a la protección de niñas y niños. Esta vinculación actúa como un factor de protección, siempre que se establezca de manera saludable, segura y estable.

La primera infancia de la vida de los niños y niñas es “de vital importancia, ya que se configuran las bases estructurales que permitirán el despliegue de sus potencialidades sociales, emocionales, cognitivas y físicas, conformando así los cimientos para el posterior desarrollo del sujeto.”

La provisión de estabilidad afectiva y emocional que requiere el desarrollo infantil puede verse seriamente amenazada por la separación o el divorcio de los padres, especialmente cuando el apego aún no está suficientemente afianzado. Es por ello que las medidas que se tomen tienen que ser las óptimas para el desarrollo del niño o la niña.

Patrones biológicos innatos


Tanto la asociación de pediatría como la organización UNICEF recomiendan que el bebé durante los primeros seis meses de vida tenga una alimentación exclusivamente lactante y que al menos hasta los dos años, una combinación de lactancia con otros alimentos.

Esto está avalado por la evidencia actual de la existencia de una biología compartida en la diada madre- bebé, la cual se alarga mucho más allá del embarazo y el nacimiento. Teniendo en cuenta lo anterior, podemos decir que los bebés nacen esperando tener un contacto estrecho con sus madres (Olza, 2018).

Otro argumento de tipo biológico se basa en la evidencia de que las hembras se preparan para el comportamiento materno mediante la segregación de algunas hormonas durante el embarazo y el parto. Como los padres no experimentan este tipo de cambios hormonales no estarían, preparados biológicamente, o no tanto como las mujeres para la paternidad (Parke, 1992).

Según la teoría del apego de Bowlby, un bebe recién nacido tiene un programa general para poder sobrevivir. Este programa de conductas concretas capacita al bebe, alrededor de la segunda mitad del primer año, para construir un patron de conductas cuyo resultado es que el bebé se acerca a la madre (Vuyk, 1982).

John Bowlby recalcó que la figura materna es el primer y más importante objeto de vinculación con el bebé, además está preparada biológicamente para responder a las actitudes de este. Relacionado con esto último, los niños y niñas también están previamente programados para responder a la alimentación, sonidos y visión de la persona cuidadora. Este autor postulaba que, debido a los sistemas biológicos mencionados, madre y bebé desarrollan una vinculación mutua, e insiste en que la madre es la figura central en el desarrollo de las primeras etapas del bebé (Parke, 1992).

A diferencia de Bowlby, pero también constatando la importancia del apego entre madre-bebe, hay varias investigaciones que dicen que el apego hacia la madre es algo innato y no solo derivado de saciar sus necesidades, como puede ser la de alimentarse. En este sentido los estudios con animales de Karl Lorenz muestran que ya en los partos los recién nacidos seguían a la madre, aunque esta no les diese comida.

Por otro lado, tenemos las investigaciones de Harlow, que con sus averiguaciones dejó claro que los primates recién nacidos preferían una figura materna delicada y agradable antes que una que tuviese comida pero que no fuera tan agradable.

Predisposición psicológica.


Se sabe que los seres humanos tenemos una predisposición genética sobre la que los padres y las madres no pueden intervenir. Pero, además, las personas contamos con una predisposición psicológica sobre la que las madres intervienen incluso antes de nacer sus hijos.

En este sentido, las experiencias vividas, las pautas educativas recibidas, las normas interiorizadas, la forma en la que se han ido trasladando los valores y principios morales desarrollados, el propio autoconcepto, la manera en la que se han reforzado los logros conseguidos o castigado los errores cometidos, influyen directamente en el desarrollo de la personalidad de los hijos

Los estudios indican que las madres tienen de sus hijos influye directamente en la creación de su autoconcepto. Y, por otro lado, las madres van construyendo su rol materno paralelamente al desarrollo de la personalidad de los hijos. Esta doble construcción supone la necesidad de ir asimilando necesidades personales, relacionales y emocionales para la consiguiente adaptación y conocimiento mutuo entre madres e hijos.

Factores de género


Las mujeres en promedio, sin importar su cultura, suelen cargar más tiempo a los niños, lo cual genera un apego más grande que con los padres, además de que pasan más tiempo con ellos, por lo que, en teoría, resulta más difícil perder a una madre.

Otro estudio multicultural citado por Fatherly afirma que los niños suelen tener una respuesta más abierta al dolor frente a sus madres que con sus padres.

Mientras que pueden buscar confort en su madre, exagerando su dolor para ser atendidos, pueden llegar a actuar duramente frente a su padre para no mostrar debilidad.

Un reporte de The Atlantic encontró que los niños están más felices de ver a su madre llegar a casa, porque comúnmente ellas son las que llegan más temprano.

Observar y escuchar al menor mediante su lenguaje verbal y no verbal.


Observar la conducta, interacción, lenguaje el trato con el bebé, o con el hijo o la hija, las expresiones recíprocas nos ayudan a ver la interacción madre – bebé, padre-bebé, o madre -hijo, padre-hijo, que tan importantes son y clarificadoras pueden llegar a ser. Una situación habitual se da cuando el bebé interactúa con el padre o con la madre la respuesta que se da en la relación.  Aquí se activan los modelos y formas de relación entre cada progenitor.

Estos pueden ser de forma segura – calmada, ambivalente – responde en función del malestar o clama que detecta en el adulto, o evitativo – evita la relación, el contacto visual, físico y relacional.

Si el bebé y/o el niño en la interacción padre y/o madre se tranquiliza, responde al cogerle en brazos, oír la voz de uno de los progenitores o sentir su aroma, la temperatura, la expresión facial de alegría o expectante, si percibe una respuesta de templanza, el bebe observa una respuesta de calma, donde las necesidades de seguridad son cubiertas, y sentidas por el menor, hijo o hija, son observables y tangibles en su comportamiento.

Este factor es un buen indicador, además de los anteriores que han de ser valorados por profesionales de la psicología y de la salud.


¿Cómo te podemos ayudar desde GIFT?


En Gift te sabemos ayudar desde nuestra experiencia profesional. ¡Llámanos!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *